domingo, 10 de marzo de 2013

IES Barajas: un compost de otra galaxia


Es un huerto peculiar el del IES Barajas. Tras las tapias de un macro-instituto PÚBLICO de educación secundaria no te puedes esperar que exista un huerto urbano, comunitario y educativo, que tan buena labor hacen en el barrio y con los chavales. Pero tan peculiar o más es su compost. Un producto que lo hemos calificado, no sin pruebas fehacientes, de otra galaxia.
Los compostadores del huerto urbano comunitario del IES Barajas
 Llueve. Hace frío. La autovía de Aragón aturulla con su tráfico inagotable. Aquí no se ha rodado jamás una película de Disney. Pero pisas el suelo del IES Barajas y sientes algo. Sientes un bienestar extraño, difícil de explicar. Ves a los chavales y no son como otros. Van contentos, ríen; dan los buenos días, son adolescentes amables y educados; parece que les mola estar allí. Los oídos me empiezan a zumbar; la cabeza a doler. “Algo pasa aquí”.

Espiral en el suelo ¿están haciendo señales al cielo?
Me recibe Ana. El zumbido se va y mi cabeza vuelve a ser la de siempre. Me enseña sus aposentos, me presenta a los hortelanos. Umm, ha traido cruasanes. Están cavando haciendo una gran espiral en el suelo. “Si no estuviera en un huerto pensaría que quieren ser vistos desde el cielo”, pienso para mí.

Jose me cuenta que en el huerto se hacen actividades educativas para los chavales del insti. Ellos se encargan de organizarles, de enseñarles y motivarles. Ahora entiendo que los chicos y chicas tengan ese buen rollo. Nada es casual. Todos los institutos necesitarían unos hortelanos urbanos comunitarios en sus instalaciones.


Dos compostadores de palets aguantan con dignidad la sobredosis de materia orgánica que el huerto genera. También hubo un vermicompostador, pero las lombrices no soportaron la reforma del mercado laboral y prefieron migrar a aprender alemán.

Removemos aquello, lo adecentamos un poco y quedan los compostadores vestidos de domingo.

Compostadores bien aviados
Jose Luis –otro hortelano- estudió el grado de compostaje en Rivas... “Qué grandes maestros tuve aquí”, comenta. Cuando vienen los alumnos del instituto, él se encarga de enseñarles el compostador. “Es magia para ellos, que de unas frutas se consiga un abono. No se lo pueden creer, se van alucinados”.

Y no es para menos. El compost, cribado hace bien poquito, está suelto, huele a bosque, grumoso, oscuro... Compost de libro. Mariano Bueno difícilmente lo podría mejorar. Es como de otra galaxia.

Son unos privilegiados. Les sobran restos compostables. Dos veces al año vacían los composteros y son capaces de obtener hasta 2 m3 de compost. Y si quisieran podrían sacar más. Eso es tener clase.

El zumbido vuelve. Terminan los trabajos en la gran espiral. De repente el zumbido es insoportable. Un fogonazo inesperado me nubla la vista. La tierra tiembla. Algo se posa en la gran espiral y rápidamente se desvanece. Hay una presencia. Alguien está con nosotros. Ahora lo entiendo todo. Su compost es de otra galaxia, no hay duda. Y a las pruebas nos remitimos.


Prueba de por qué el compost del IES Barajas es de otra galaxia. De derecha a izquierda, Jose, Ana, Jose Luis y el marciano llegado desde el espacio, atraído por la espiral del suelo

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